lunes, 16 de marzo de 2015

La Violencia Juvenil



La violencia Juvenil
Educar no es dar carrera para vivir,

Sino templar el alma para las dificultades de la vida

Luz Alviarez.

CONDUCTA ANTISOCIAL Y VIOLENCIA  JUVENIL


Tanto los padres como los profesores, los propios compañeros y ciudadanos de a pie, se ven amenazados por las actitudes y conductas violentas de algunos jóvenes. Campan a sus anchas por cualquier parte: en la calle, en el parque, en el colegio, en el centro comercial.
     A menudo la impotencia y el medio impiden pararle los pies, los que les hace sentirse fuertes. Se trata de un tipo de violencia que la mayoría de las veces queda silenciada. Como mucho  se comenta con las personas más cercanas, a modo de desahogo. No hay denuncia. La sociedad nos muestra una de sus peores caras cuando comprobamos  la frialdad e insensibilidad de esos jóvenes extremadamente violentos, pueden ser calculadores y chantajistas. Se muestran impulsivos e irracionales. Sus conductas anti sociales muchos factores pueden actuar como causa o detonante de este tipo de conductas: los violentos juegos de ordenador, la violencia gratuita en las películas, su presencia constante en las noticias (guerras, violencia de género) y en el día a  día. Entre los jóvenes las conductas antisociales se manifiestan preferentemente en varones aproximadamente en dos de cada tres casos que tienen edades de catorce a quince años con Problemas familiares.
     El joven que presenta conducta antisocial y problemas de adaptación  social muestra generalmente algunos rasgos muy acusados en su perfil de personalidad. En ocasiones pueden confundirse los actos de maldad con trastornos de personalidad antisocial en los que la conducta es violenta y agresiva se manifiesta deforma persistente.


Entre las características que resultan más significativas en este sentido encontramos las siguientes:
  • Frialdad, Insensibilidad, 
  • Baja Afectividad.
  • Conducta irresponsable.
  •  Inestabilidad emocional.
  •   Hedonismo, y búsqueda de satisfacción inmediata.
  •    Baja tolerancia a la frustración.
  •   Inconformismo.
  •   Ansiedad, tención.
  •   Impulsividad bajo autocontrol.
  •   Rebeldía, negativismo.



  •   Agresividad, irritabilidad, carácter violento.
Este perfil los lleva a comportarse sin respetar o considerar los derechos de los demás. Su carácter desafiante, manipulador, vengativo, son las consecuencias que habitualmente se derivan de un perfil de este tipo. Se trata de una patología que en general precisa de un ingreso en un centro especial, y de intervención bio-psico-social especializada.

Maltrato y conducta violenta en el hogar

El maltrato infantil es una triste realidad. Con una alta probabilidad, el adulto que agrede  el menor padece serios problemas psicológicos y personales. Pueden aparecer vinculados generalmente al consumo de alcohol o drogas, a frustraciones personales, situaciones de desempleo, dificultades económicas o crisis de pareja. A menudo hay antecedentes de violencia vivida en la propia infancia.
Un niño que sufre la agresión física de sus padres, o que vive la violencia entre ellos  o los malos tratos de uno hacia el otro, irá creciendo en un ambiente nocivo que tendrá consecuencias muy negativas en la construcción de su propia personalidad.
El maltrato adopta muchas formas. Puede ir desde la desatención en los cuidados básicos hasta las graves agresiones físicas, pasando por los abusos sexuales. No podemos olvidar que la violencia psicológica esta igualmente presentey qué es otra forma de agresión que, en muchos casos, deriva también en violencia física.


La conducta del maltrato psicológico puede caracterizarse por ser:
  • Amenazante, violenta.
  • Sobre exigente
  • Dominante
  • Indiferente
  • Despreciativa
  •  Desvaloriza dora
  • Irresponsable
  •  Desequilibrada
Son que, en sus manifestaciones mas duras. Revelan claramente que nos encontramos ante un comportamiento con el niño que puede calificarse claramente como inhumano. La conducta violenta de los padres sirve a sus hijos como modelo a imitar. Con frecuencia los malos tratos sufridos en el hogar convierten al niño a su  vez en un maltratador en el colegio con otros niños. La violencia se aprende y engendra más violencia. No debemos a autorizar a consentir la violencia y la agresión entre los hermanos, ni educadores o, lo que es peor, demostrarles que el uso de las fuerzas es algo legítimo.

En las relaciones familiares es evidente que no todo va hacer armonía y felicidad. Es natural que surjan discusiones, diferencias y criterios, pero es posible aprender aceptarlas y resolver los conflictos  de forma civilizada, con dialogo y con respecto sin recurrir a la agresión.

Un caso de violencia juvenil
Los medios de comunicación se hicieron eco de un caso muy revelador: el de una joven que fue secuestrada a navaja por varios menores de edad y fue victima de una violación múltiple y posteriormente asesinada. La atropellaron repetidas veces y finalmente, la quemaron. Los menores que se sentaron en el banquillo habían sido detenidos anteriormente en más de setecientas ocasiones. La sociedad quedaba perpleja ante la noticia. Un ensañamiento brutal por parte de un grupo de menores hacia una victima indefensa, también menor de edad.
En muchos padres quedo la sensación de impunidad, de injusticia sobre todo, de que algo muy grave estaba ocurriendo, en nuestra sociedad, cuando podría darse en nuestro entorno cercano un caso así.

La primera reacción de unos padres que se encuentren ante una situación similar probablemente pase por pensar en la aplicación inmediata de un castigo ejemplar, para evitar que dicho acto puedan volverse a repetirse. Podemos dedicar gran parte de nuestra energía y recursos a castigar, adoptando una actitud defensiva. En principios parece lógico, pero tal vez lo mas urgente y lo que mejores resultados nos pueden dar a largo plazo es educar y prevenir. Y la educación en el l entorno  familiar cobra un especial protagonismo en este sentido, la conducta individual parece a verse visto amplificada y arrastrada por la influencia del grupo, que a podido ejercer sobre  el joven un efecto de despersonalización, potenciación de la asunción del riesgo y disolución de la responsabilidad.
Esos jóvenes esel reflejo deuna realidad que están en la calle, en el día a día;presente en los colegios, en los medios de comunicación, en los hogares. La conducta violenta en la juventud esen gran medida una extensión, y a veces una copia, de la violencia social (la violencia domestica, los casos de abusos y maltrato infantil, la delincuencia…).

Agresión física y acoso psicológico entre compañeros
La intimidación y el ejercicio de la violencia entre iguales van en aumento, muchos jóvenes sufren indefensos la agresión sistemática, tanto física como psicológica, de sus propios compañeros. De formas reiteradas les insultan les amenazan. Son objetos de burlas, de rechazos, de la humillación. Se siente solo a veces ante la indiferencia de otro que presencia como son golpeados, amenazados, ridiculizados, vejados y humillados sin hacer nada.
Se trata de jóvenes que atemorizan y agreden con saña, que disfrutan viendo sufrir a su victima. El  joven que es victimade acoso es subyugado emocionalmente por las intimidaciones y amenazas de su agresor. Pude vivir en un estado de indefensión, sumiendo en la depresión, la angustia, el terror. Atrapados por sentimiento de vergüenza, culpa, auto desprecio, puede barajar la idea de el suicidio como única salida.  
El acoso escolar es una triste realidad que en ocasiones permanecen ocultas y silenciadas, lo que nos debe poner ante posibles casosquese quedan a producir en el centro en el que cursan sus estudios nuestros hijos.
La conducta prepotente que muestran estos jóvenes en los centros educativos, aunque no siempre acurre, probablemente se dejara ver igualmente en el hogar, con hermanos, y con amigos.
     Los chicos recuren más habitual a la violencia física. El acoso escolar es menos frecuente en el caso de las chicas.
Representan aproximadamente la cuarta parte de los casos, pero van aumento. Ellas utilizan preferentemente la violencia psicológica, mediante la exclusión, el aislamiento, insulto, y descalificaciones. Es necesaria la colaboración activa de los padres con el centro educativo.   Es preciso cortarlos de raíz, extinguirlos y esforzar las conductas positivas. El joven debe disculparse públicamente y en casos de reincidencias, hay que barajar el cambio de otro centro, donde pueda comenzar de nuevo sin llevar colgado el cartel de violento, y donde no dispongan del respaldo de su anterior grupo de “compinches”. Los padresdeben advertira sus hijos que existe esta realidad, para que estén alerta y, en caso de que se  produzcan situaciones de acoso, selo hagan saber.

En todo caso los padres pueden detectar  algunos síntomas que pueden delatar situaciones de este tipo.

  •   Tristeza y  cambios de humor
  • Aislamiento y perdida  de amistades
  • Cambios en la conducta
  •  Actitud de reserva; se muestra menos comunicativo
  •   Bajo rendimiento académico
  •   Rechazo a ir al colegio, absentismo escolar
     Normalmente estos chicos viven el fin de semana o la  llegada de las vacacionescomo una liberación. Ante una situaciónasí podemos animarle y ayudarle a recomponer su círculo deamistades, propiciando la situación con nuevosamigos, preferente mente del colegio pero también externos al centro escolar. Es preciso reforzar también su autoestima y enseñarles algunas habilidades para relacionarse eficazmente. En algunasocasiones abra que bajar la posibilidad de un cambio de centro. En cualquier caso, y aunque nuestro hijo sea la victima del acoso escolar, debemos igualmente aconsejarle para que no se convierta en un espectador ante estos hechos. Su silencio y su pasibilidad pueden entenderse en una complicidadinadmisible, que contribuirá a perpetuar la situación.
     Debemos instruirle para que desarrolle su sentido de justicia y su solidaridad. Para que ayude al más débil al que es tratado injustamente. Para que se revele con valentía contra lo que es moralmente inaceptable. Para que rechace la conducta indigna denunciándola y buscando apoyo para poder dar respuestas colectivas alas mismas.
     La recuperación de la autoridad y la educación en valores, tanto en el hogar como en centros educativos, puede ser la mejor vacuna el principal antídoto para prevenir y anular aquellas actitudes y comportamientos que atenten con la dignidad de las personas. Los centros educativos deben ser espaciosos, para el aprendizaje pero sobre todo para la paz, el respeto y la convivencia.

La autoridad del docente

     Un niño que no ha sido educado correctamente en su casa, probablemente será un alumno con problemas en el colegio. Lo que un niño vivey aprende en su hogar adquiere tal peso, que con frecuencia resulta difícil de modificaro corregir después en su centro educativo. Sus profesores y compañeros de clases serán los primeros en acusar ese déficit educativo.
Si los padres que se posicionan contra de los profesores terminan por mermar la autoridad del docente, es una autoridad que, paradójicamente, luego les demandan. No tiene sentido que relegue con ellos la formación de sus hijos y les exija responsabilidad pero, a la primerade  cambio, los desautoricen y critiquen delante de sus hijos.
La docencia es una profesión que requiere dedicación y vocación. Hay excelentes profesionales de la educación que se esfuerzan día a día para dar lo mejor de si mismo, continuamente para diseñar nuevos recursos pedagógicos más eficaces, que se enfrentan dentro del aula a situaciones verdaderamente más complejas. Los padres no tienen que compartir el criterio educativo de todos los profesores, pero si tener en cuenta que estos merecen su consideración y necesitan  de su apoyo incondicional para poder realizar educadamente su labor.
     Los profesores han realizado diversos estudios en centros educativos, que evidencian la presenciade violenciaen los mismos. Losdocentessufren agresionesverbales psicológicas y físicas. Los insultos y amenazas dedaños físicos por parte delos alumnosproblemáticos son una realidad. Los profesoresacusan de motivación y problemas psicológicos derivados de los elevados niveles de estrés de los que están sometidos en el aula, presionados porla complejidad de su trabajo, por los propios alumnos, por los padres de estos.   
Se establecen como principales causas externas la actitud familiar, la crisis de valores y los medios de comunicación. Sin embargo, la opinión de los jóvenes resulta muy significativa. Mayoritariamente lo atribuyen a los alumnos conflictivos. Algo más de la mitad lo achaca a la falta de respeto del docente. Y casi la mitad considera quela causa puede encontrarse en la excesiva permisividad delas familias.
Resulta sorprendente. Son los propios jóvenes los que parecen estar reclamando más disciplina y autoridad por parte de sus padres.
     Las investigaciones realizadas por  INJUVE, el instituto de la juventud, son coincidentes en estor resultados. 
Según sus estudios, aproximadamente la mitad delos jóvenes considera que sus padres son poco estrictos.
     Padres permisivos y consentidores con sus hijos, que probablemente han perdido su autoridad en el hogar pero que en algunos casos, sin embargo, se sienten legitimados para desautorizar a los profesores. Y lo hacen dando a sus hijos la razón por principio, amparando algunas conductas injustificables e inaceptables, actuando como si  fueran sus abogados. Salen en defensa de sus inocentes retoños aunque, en muchos casos y por diversos motivos, desconocen la verdadera realidadde sus hijos en la escuela. Pero se muestran dispuestos a defenderles a capa y espada ante quien sea.
Si ala falta de autoridad de los padres le añadimos la desautorización del docente, no es extraño que las cosas no funcionen como deberían. Los jóvenes saben aprovecharse bien esos vacíos.